jueves, 16 de octubre de 2014

LUCHE POR LA EXCELENCIA

El día de ayer tuve la oportunidad de asistir a una jornada de capacitación para rectores sobre la responsabilidad civil de los colegios y de los educadores. Este es un tema que amerita mucho análisis, que va más allá de las pretensiones de este artículo.

Y me volví a encontrar con la acostumbrada disculpa legal que tienen los funcionarios públicos colombianos, que dice: “los funcionarios públicos sólo podemos hacer lo que nos dice la ley”, porque “si hacemos algo más o algo menos cometemos prevaricato por acción o prevaricato por omisión”.

Y cuando uno tiene la oportunidad de mirar la normatividad colombiana acerca de cualquier tema, se encuentra con una enmarañada trama de dificultades para actuar, que desestimulan incluso al más creativo y comprometido funcionario público a dar lo mejor de sí.

Ahora quiero que compares esta cotidiana realidad de todos los funcionarios públicos colombianos con estas palabras de John Maxwell acerca de la excelencia:

“Vince Lombardi, un gran líder y uno de los mejores entrenadores de fútbol americano, dijo: La calidad de vida de una persona, está en proporción directa con su compromiso de excelencia, sin considerar el campo de empeño que haya elegido. Lombardi reconocía la importancia de luchar en busca de la excelencia. Él fue capaz de inculcar ese deseo en las personas que entrenó.

“Cuando lucha por la excelencia, usted empuja a su personal a poner la mira en la cima. Cuando la meta de un líder es aceptabilidad en vez de excelencia, los mejores de su organización producirán lo simplemente aceptable. El resto quizá ni siquiera producirán lo mínimo. Cuando la norma es buscar la excelencia, los mejores darán en el blanco y los demás a lo menos darán en el tablero.

Otra ventaja de concentrarse en la excelencia es que muestra el carácter de su personal. El éxito de una organización no se alcanzará más allá del carácter de sus líderes. La excelencia engendra carácter y este engendra excelencia. Exija excelencia de su gente y ellos se desarrollarán como personas que a su vez exigen excelencia de sí mismos y de los que dirigen".

Si la excelencia fuera la política que dirigiera las acciones de nuestros funcionarios públicos tendríamos un mejor país. De ninguna manera creo que ellos sean malas personas, hay en el sector público excelentes profesionales, pero también tenemos un sistema social castrante, antidemocrático y anticrítico, que se traduce en normas paralizantes, y que a tenor de la Biblia “cuela el mosquito y se traga el camello”. Entonces de qué nos quejamos si seguimos permitiendo que eso suceda.


Cabe preguntarse ¿por qué pasa? Me atrevo a lanzar una premisa “no educamos en la confianza y esto genera predisposición a la trampa.” Necesitamos APRENDER a GESTIONAR la CONFIANZA para llegar a la EXCELENCIA.

1 comentario:

  1. Desde que con tu actuar, no hagas daño (o por lo menos minimices el perjuicio, incluyendo en tus planes a los afectados), el servidor público puede reemplazar el tenor literal de la norma por el de la discrecionalidad.
    Antes de la excelencia, de cualquier proyección, debemos inculcar la bondad y decir que ser bueno no es cosa de tontos.

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