martes, 28 de julio de 2015

UN MUNDO ENLOQUECIDO POR EL CONTROL

El drama de los seres humanos de todas las épocas podríamos sintetizarlo en "el deseo de controlar todo lo que sus sentidos le permiten percibir". Xavier Guix en su genial libro ¡Descontrólate! Reflexiones para los que controlan demasiado, presenta el escenario en el que viven quienes están poseídos por el deseo de controlar. En este artículo encontrarás algunas de estas ideas.

Guix (2007) citando al filósofo y escritor Alan Watts, quien proclamó a mediados del siglo anterior que "El hombre civilizado no sabe lo que quiere", plantea que hoy esa situación ya está resuelta porque el hombre "lo quiere todo". "No quiere renunciar a nada, como si todo estuviera ahí fuera para ser consumido compulsivamente. Tal ilusión le está amargando la vida".

Continúa Guix diciendo que "este mundo en el que vivimos... lo hemos hecho cada vez más complejo, más complicado". Parece "como si la misión en esta vida fuera llegar a todas partes, hacerlo todo y tenerlo todo". De esta manera "acabamos viviendo más allá de nuestras posibilidades", y "quien más sufre este incesante acoso es, nada más y nada menos que nuestro cuerpo".

"En el intento de llegar a todas partes vamos dejándonos la piel, sufrimos". "Nos pasamos pensando en controlar nuestra vida. Porque en el fondo de eso se trata: querer controlar lo que nos sucede; querer controlar el futuro, tener ´claridad´; pasar por la vida ´evitando´que nos pasen cosas ´inesperadas´". "Sufrimos ante la posibilidad de que las cosas no sucedan como teníamos pensado, cuando queremos tener la máxima seguridad en todo". "¿Qué miedo se oculta detrás de la necesidad de controlar?"

"El estilo de vida al que nos estamos acostumbrando, a menudo como una indefensión aprendida, conlleva la aparición de una especie de personalidad ´controladora´ que se pasa el día con la alarma puesta. La ansiedad por controlarlo todo acaba descontrolándonos. ¡Cuánta energía gastamos cada día sufriendo por llegar a todo! ¡Por no fallar!"

"Las conductas de control generan disfunciones en nuestra conducta cuando no auténticas patologías".

"Tal como vivimos hoy es muy difícil que a la vuelta de la esquina nos encontremos con un depredador. Nuestros miedos son mayoritariamente construidos por nuestra mente, porque lo que nos espera al voltear la calle es el pago de una hipoteca, el enfado de nuestra pareja, la visita al médico o el estrés que nos causa vivir en la incertidumbre".

"Somos buscadores inquietos de relaciones causa-efecto de tal manera que no nos conformamos con manejar la información sobre nuestro medio, sino que acabamos por atribuirle significado. El resultado de este ejercicio acaba siendo una valoración emocional, motivacional... y cognitiva sobre el placer, el dolor y las capacidades y recursos de que disponemos para afrontar" cualquier situación. "El balance nos puede asustar, deprimir o estresar, del mismo modo que puede acrecentarnos, estimularnos o acomodarnos".

Detrás de las conductas controladoras sólo existe el miedo, y se manifiesta a través de diferentes mecanismos de control. ¿Qué hacer? En primer lugar, "se puede tomar conciencia de cómo lo hemos construido y darnos cuenta de cómo hemos aprendido a asustarnos ante ciertas situaciones o personas". El miedo a lo desconocido no existe, "sólo podemos tener miedo de lo que conocemos". "Y eso que conocemos, lo hemos aprendido de alguna manera". Entonces, es fundamental separar el miedo como emoción del objeto que lo ocasiona. También es clave "darse cuenta de cómo utilizamos ese objeto en nuestra imaginación". Porque así como la imaginación es poderosa, también nos puede destruir. "A partir de ahí cabe un ejercicio de deconstrucción, capacitarnos en el arte de desaprender".
En segundo lugar, es necesario construir una actitud. Guix plantea para ello un ejercicio "te propongo que te sientes frente al mar, o lo imagines. Contémplalo un buen rato. ¿Acaso lo puedes controlar? ¿Puedes decidir que el oleaje vaya según te convenga? ¿Puedes cambiarle el color? ¿Puedes pedirle que se acerque más o menos? Lo único que puedes hacer es vivirlo como es. Puedes disfrutarlo o puedes temerlo. O las dos cosas a la vez. Pero aceptas que es como es. Y a la vez decides cómo quieres relacionarte con él a partir de esa aceptación. Sólo a partir de la aceptación puede haber transformación. Lo mismo ocurre con todo lo que atañe a nuestra vida. A menudo queremos controlar lo imposible, o lo que es lo mismo, no aceptamos la vida tal cual se nos presenta. Muchas cosas que nos ocurren no las deseamos, no es eso lo que estamos pidiéndole al universo, pero están ahí. Son un hecho. Al igual que el mar, habrá que decidir qué relación queremos tener con esa realidad. Aceptarla es el primer paso hacia su transformación. Negarla o controlarla en exceso será el primer paso hacia el miedo.

Todas estas son un conjunto de reflexiones para los que decidan descontrolarse.


jueves, 16 de julio de 2015

DIRIGIR UNA EMPRESA, TOMAR DECISIONES Y SEGUIR CRECIENDO

De acuerdo con la Sociedad del Conocimiento los países son medidos al menos por tres índices, el índice de desarrollo humano (IDH) desarrollado por el nobel de economía Amartya Sen, el índice de adelanto tecnológico (IAT) desarrollado por el PNUD y el índice de competitividad global (GCI) desarrollado por el Foro Económico Mundial (WEF). Estos índices no son los únicos, hay más; sin embargo, lo que quiero resaltar de los resultados de estos índices son las enormes disparidades que existen entre países como consecuencia de la diversidad, el dinamismo, y sobre todo, de la oportuna toma de decisiones.

Mientras que el (IAT) refleja en qué medida un país crea y difunde tecnología, y construye una base de conocimiento humano, el (IDH) da cuenta del progreso humano, y el (GCI) mide cómo un país utiliza los recursos de que dispone, así como su capacidad para generar prosperidad para los habitantes; lo que es relevante destacar aquí es que el análisis de la información brindada por estos índices permite obtener conclusiones importantes, y la más esencial de todas está ligada a la "toma de decisiones", que para acertar será necesario desarrollar una visión sistémica y holística, comprender los retos que nos plantea la sociedad del conocimiento, así como, darle un nuevo enfoque al desarrollo, de manera que éste se centre en la valorización del capital humano. Y es aquí en donde me quiero detener.

El desarrollo del capital humano requiere que las personas tomen decisiones difíciles, porque así como los países responden de manera distinta al desarrollo, las personas también; y de acuerdo con su nivel de respuesta unos avanzan más que otros, o mejor aún, cada uno se estanca en un determinado nivel.

Resultado de imagen para nivelesJohn Maxwell (2008) presentó un modelo sugerente de seis niveles, ¿en cuál te encuentras?

"Nivel 1. Algún crecimiento.

En este nivel algunos experimentan crecimiento a muy bajo ritmo y sin dirección. Tal vez sean competentes, pero nunca brillan en sus cargos".

"Nivel 2. Crecimiento que los capacita para su trabajo.

Muchos creen erróneamente que la meta final de su desarrollo es sólo hacer bien su trabajo. No lo es. Muchos que no tienen un buen promotor o un firme deseo de crecimiento personal detienen su proceso de desarrollo en este punto".

"Nivel 3. Crecimiento que los capacita para reproducirse en su trabajo.

Aquí se encuentran los que están capacitados para entrenar a otros en su área de pericia, pero no tienen habilidades de liderazgo.

"Nivel 4. Crecimiento que los lleva a un nivel más alto en el trabajo.

Aquí se encuentran las personas dispuestas a crecer tanto personal como profesionalmente. Parece un salto fácil, pero no lo es. Quienes lo logran no solo crecen en experiencia, sino que amplían su pensamiento, lo que los hace más valiosos para la organización.

"Nivel 5. Crecimiento que les permite llevar a otros a un nivel más elevado.

"En este nivel empiezan a emerger los grandes líderes. Estos individuos son verdaderos promotores de personas, y en poco tiempo amplían el valor de sus líderes y organizaciones, es más, los multiplican".

"Nivel 6. Crecimiento que los lleva a poder efectuar cualquier trabajo.

Son muy escasos los que se desarrollan en este nivel, y forma parte de una vocación personal de ayudar a las personas a lograr llegar hasta acá; se requiere un trato con mucho amor y respeto. Quienes aquí se encuentren triunfarán en cualquier parte, porque tienen "habilidades y fuerzas que trascienden cualquier campo particular o industrial". Si llegaras a encontrar a una persona así en tu camino, únete a ella y llegarán a generar un impacto más allá de las propias capacidades.

¿En qué consiste su trabajo como empresario o director? Dice Maxwell que consiste en descubrirse como promotor de líderes, caminar con cada uno y ayudarlo a medida que desee mantenerse creciendo; y si en algún momento el crecimiento se detiene deberá abandonarlo porque uno no puede forzar a alguien a que se mantenga creciendo. Esto también es una decisión, y muy difícil. Y así como sucede con las personas, sucede también con las empresas y los países. De allí que sea tan pertinente en ciertas circunstancias aquel adagio "Tenemos los dirigentes que nos merecemos".



viernes, 3 de julio de 2015

EL PROFESOR EXCEPCIONAL

El Dr. Waldo Mendoza, profesor e investigador de la PUCP examina el libro de Ken Bain historiador y pedagogo norteamericano para señalar las cualidades que hacen excepcional a un profesor universitario. Los hallazgos del libro indican que dichos profesores crean un entorno para el aprendizaje crítico de sus alumnos y los preparan para que hagan distintos tipos de trabajo intelectual, no para que sean buenos haciendo exámenes.

La educación es un determinante importante del progreso económico. La calidad de la educación depende de la calidad de los profesores. ¿Cómo es un profesor de calidad excepcional? Ken Bain, historiador y pedagogo norteamericano, responde a esta pregunta en un libro fascinante que las autoridades y los profesores peruanos deberíamos leer.

El libro de Bain, “Lo que hacen los mejores profesores de la universidad” (Universidad de Valencia, 2007), fue publicado originalmente por Harvard University Press, donde obtuvo el premio anual que dicha editorial otorga a la mejor publicación en educación y salud. Es el resultado de 15 años de investigación del autor, enfocado en el desempeño de 63 profesores considerados excepcionales por sus alumnos, colegas y sus instituciones, en universidades de EE.UU., en disciplinas tan diversas como el teatro o la medicina. 

Cada capítulo del libro es la respuesta a una pregunta sobre lo que hace excepcional a un profesor universitario. ¿Cómo son los profesores excepcionales? Sin excepción, conocen su materia extremadamente bien. Son eruditos. Algunos cuentan con una lista impresionante de publicaciones; otros, no necesariamente. Estos últimos, sin embargo, son doctos en los desarrollos intelectuales de punta.

¿Cómo preparan sus clases? Consideran la preparación de las clases como un esfuerzo intelectual tan exigente e importante como su investigación. Son minuciosos, detallistas y centran el interés en fomentar el aprendizaje, más que en transmitir las verdades de la disciplina.

¿Qué esperan de sus estudiantes? Lo mejor. Tienen expectativas muy altas sobre ellos. Están seguros de que pueden conseguir peras de los que otros consideran que son olmos. 

¿Cómo se desempeñan en el salón de clases? Los estilos varían, pero todos los profesores excepcionales intentan crear un “entorno para el aprendizaje crítico natural”, donde los estudiantes aprenden enfrentándose a problemas relevantes y desafiantes. Tienen buena oratoria, capacidad de comunicarse verbalmente de forma que estimula el pensamiento y consideran que la capacidad de hablar bien es una destreza importante que vale la pena refinar tanto como la de escribir. Los profesores excepcionales rara vez utilizan los mismos recursos en todas las clases.

¿Cómo tratan los profesores excepcionales a sus estudiantes? Algunos de ellos son tímidos y otros extrovertidos; algunos muy formales y otros no tanto. Sin embargo, todos utilizan siempre un lenguaje cálido, muestran una gran confianza en sus estudiantes, se muestran abiertos y de vez en cuando hablan de su propia aventura intelectual. Para ellos, la clase no es un espacio para demostrar su brillantez o para ejercer el poder sobre los estudiantes.

¿Cómo evalúan a sus estudiantes? Tienen algún programa sistemático para poner a prueba el aprendizaje de los estudiantes. Para ellos, los exámenes son una extensión de la clase. Preparan a los estudiantes para que hagan determinados tipos de trabajo intelectual, no para que sean buenos haciendo exámenes.

Ken Bain está convencido de que la buena docencia puede aprenderse, y los hallazgos de su libro pueden servir perfectamente a todo profesor, de escuela, colegio, academia, instituto tecnológico o universidad. Leer a Bain nos puede ayudar a ser mejores profesores, quizá excepcionales, y contribuir así al progreso económico de nuestro país.