martes, 14 de febrero de 2012

El Arte de Discipular

Hace 5 años tuve la oportunidad de conversar con el Hermano Francisco Javier, quien fue rector del Corazonista. En aquella ocasión me dijo una frase que no olvidaré: "es más efectiva una gota de lluvia que cae permanentemente, que un fuerte chaparrón", refiriéndose a la importancia que tiene el estar presente día a día, dando lo mejor de uno a su hijo(a).

Veo con bastante frecuencia padres de familia que se encuentran agobiados o muy preocupados por producir y poder brindarle lo mejor a sus hijos, y seguramente con muy escaso tiempo para los suyos. ¿Estás en este grupo? Si tu respuesta es afirmativa, quiero invitarte a que realices el siguiente ejercicio de imaginería: Imagina que tú, padre o madre, eres tu hijo, y te preguntan, ¿cuál es el mejor recuerdo que tienes de tu papá?, y de tu mamá? Qué responderías?... (Detente en la lectura y responde la pregunta)

Podrías decir que como papá, como mamá, le has dado a tu hijo LO MEJOR DE TI?, es posible que le hayas dado las mejores cosas que él ha querido y aquellas que tu has considerado muy importante darle, por ejemplo: un buen colegio, una buena vivienda, unos buenos regalos, que posiblemente se los habrá ganado tu hijo por ser buen estudiante. Y entonces, vuelvo y te pregunto si tu fueras tu hijo, podrías decir que tu papá-tu mamá te ha dado lo mejor de sí mismo?

El 31 de enero fue el último día de trabajo de una amiga, en una reconocida empresa, quien junto con su esposo son muy amigos nuestros. Ayer nos reunimos a dialogar y a poner en común lo que había sido de nuestras vidas en este último mes. Ella nos dijo a las parejas presentes en la reunión que posteriormente fue a la empresa a recoger su liquidación y encontró que ya había otra persona a cargo, y todo seguía normal como si nunca ella hubiera estado allí. Tanto tiempo invertido en una empresa, el sentimiento de saber que lo hemos dado todo, de sentir que nuestro aporte ha sido necesario, pensar de pronto que somos imprescindibles... y la vida sigue. ¿Y en dónde quedó todo ello?

Efectivamente no somos imprescindibles, pero en tu mundo, tú eres irremplazable. Andrés Hurtado García, mi maestro y viejo amigo decía al respecto: "esa senda que tú debes abrir, si no la abres... si no la abres... se queda sin abrir. Así de elemental, casi simple".

Sigue Andrés diciendo en libro Cartas del Camino, "si son 10.000 soldados y uno muere, nada pasa. Si son once el equipo y uno es expulsado, los restantes diez pueden todavía suplirlo fácilmente. Dime ahora: son dos escaladores (tú y tu esposa) unidos por la cuerda, empeñados en una pared de absoluta verticalidad, un "sexto grado" que llaman los alpinistas, y de considerable altura; uno de los dos desaparece en el abismo. - Dime: quién lo reemplazará?

"Cuando algo grite en lo íntimo de tu ser que eres irremplazable, entonces sabrás con certeza que has emprendido NUESTRO camino.

"Sabes? No es ciertamente irrevocable honor el saber que el campo que tú no rotures nunca será arado y que uno sólo (tú, yo) es responsable de la fortaleza y del reino".

"Camino que yo no are, nadie lo roturará" decía mi antiguo y más preciado maestro.

Razón tenía Peter Drucker en afirmar que: "Es más importante discipular una vida que enseñar una lección". Tú eres el maestro de tu hijo, que bella y hermosa responsabilidad.

Si tú eres el maestro, tu hijo es el discípulo, y para poder discipularlo necesitas discernir acerca de quién es tu hijo, conocer a dónde se supone que va y proveer lo necesario para llegar a ese destino. Drucker decía también que las personas son como las flores, y las flores son diferentes, cada una requiere un cuidado especial. Si tú no le das a tu hijo (la flor) el cuidado que necesita, nunca se abrirá.

Guiar a tu hijo sería más fácil que guiar a un empleado con potencial, siempre y cuando seas capaz de cultivar unos valores, y crear en casa unas condiciones que lo permitan.

El secreto de discipular, de guiar a tu hijo está en ayudarlo a llegar donde quiere ir; para lograrlo has de emprender varias acciones:

a) mirar objetivamente sus fortalezas y debilidades. John Maxwell dice al respecto: "sus fuerzas indican las direcciones en las que tienen que ir, en lo que se pueden convertir. Sus debilidades nos muestran lo que necesitamos para ayudarlos a mejorar. Animarlos y ayudarlos en sus fortalezas puede hacerlos vencer sus debilidades y acercarlos al logro de su potencial";

b) evaluar constantemente su progreso, lo que significa estimular a tu hijo a mantenerse en curso, a buscar otra dirección o a ofrecerle otro guía en aquello que anhela;

c) compremeterse y estar disponible para tu hijo. "Compromiso pobre significa desarrollo pobre; gran compromiso significa gran desarrollo" (J. Maxwell).

Como lo dijo Ralph Waldo Emerson: "Una de las más hermosas compensaciones de esta vida es que ningún hombre puede intentar ayudar a otro sin ayudarse a sí mismo". Todos ganan si te conviertes en irremplazable y ayudas a los tuyos a lograr cumplir sus sueños.


Hasta una nueva ocasión.