miércoles, 22 de agosto de 2012

DIRIGIR TU PROPIA VIDA

Esta mañana tuve la oportunidad de participar con el profesor Ferney Silva, Director de Grado 6°, en un evento del Colegio que convoca a los padres de familia y a los estudiantes que en el transcurso del período académico han tenido dificultades académicas y de convivencia, y que llamamos "Lisa Meitner, cómo vamos". Conviene decir que este programa lo iniciamos en el Colegio hace cuatro años y ha sido reconocido por el Concejo de Bogotá, como una buena práctica que le permite a los padres y madres conocer con suficiente anticipación, cómo va su hijo en el Colegio y apoyarlo en su proceso de crecimiento y formación.

Nos sentamos en una esquina del Coliseo, cuidadosamente organizada, para atender, uno a uno, a los estudiantes y a los padres de familia citados. Mientras atendíamos a cada joven me percaté de la gran necesidad que tiene de aprender a dirigir su propia vida. Todos fueron citados por indisciplina e irresponsabilidad con sus deberes escolares; y al preguntarle a cada uno por los motivos por los cuales se comportaba de esa manera, quedaba casi sin palabras, y coincidían en que se dejaban llevar por las circunstancias. Esto significa que este joven se adapta de forma pasiva y cómoda a la situación, y entra en un estado de indecisión permanente. Quien así actúa no sabe o no quiere mandar en su vida.  

¿Y qué significa dirigir la propia vida? "Actuar con conductas autónomas, hasta llegar a la capacidad de gobierno de sí mismo" (Castillo, G. 2009). Dirigir la propia vida se concreta en la capacidad de saber elegir el mejor modo de actuar en cada momento.

De la Economía se deriva este principio: "si el beneficio que recibe una persona por no cumplir un acuerdo es superior al costo de cumplir con el acuerdo, entonces la persona no cumplirá el acuerdo". Planteado el principio, le pregunté a cada joven ¿qué beneficio obtuvo de actuar con irresponsabilidad y/o con indisciplina? Y todos dijeron: "NINGUNO". Por tanto, si ser irresponsable o indisciplinado me condujera a obtener buenos resultados o a ser apreciado por mi talento, todos actuaríamos irresponsablemente y seríamos indisciplinados, porque el beneficio sería mucho mejor que el costo de no actuar de esa manera.

Este es un principio que sería muy útil para nuestra sociedad, si las instituciones actuaran comprendiendo la lógica humana, y evitaran que las personas incumplieran los acuerdos, imponiendo un costo muy alto al incumplimiento, un costo que sea percibido por la persona como superior al beneficio que obtendría de no cumplir con el acuerdo.

Este principio nos permite entender cómo nace la corrupción, la irresponsabilidad, la maldad...; éstas aberraciones son posibles cuando la persona descubre que el beneficio de no responder por un contrato, de no cumplir la palabra, de no respetar la vida o los bienes ajenos...; es superior al costo de responder por el contrato, de actuar responsablemente o de respetar la vida y los bienes ajenos.

"El ser humano es víctima de limitaciones interiores de su libertad como, por ejemplo, la ignorancia, la pereza, el egoísmo, la comodidad, la rigidez; y se resiste a adoptar decisiones personales y a aceptar las consecuencias de sus propios actos; tiende a hacer lo que le gusta y apetece y no lo que verdaderamente quiere o debe querer. Por ello, su libertad necesita ser educada, desde los primeros años, en el ámbito familiar" (Castillo, G. 2009, p.61). 

Estimado maestro, padre, madre, en tus manos está el preparar al niño, al joven para una vida honesta, en la que se puedan cumplir los compromisos o los acuerdos. Lo que realmente lo educa no es solamente "poder hacer", sino "poder hacer el bien", puesto que esto es lo que enriquece a la persona; y para lograrlo, necesitas ayudarlo a descubrir el sentido de la vida. No basta con corregir o quitar trabas, es indispensable abrir caminos que permitan que el conocimiento, el valor y la fortaleza lo conduzcan a una mayor plenitud.

La primera tarea con el niño y con el joven, sin duda, es la de apartarlo del mal camino, que no conduce a nada satisfactorio, sin embargo, no es suficiente, hay que ir más allá, y ayudarlo a resolver el problema de ¿qué camino emprender?, ¿cómo andarlo? y ¿cómo lograr que este nuevo camino mejore al joven como persona? Es él quien debe recorrer su camino, no tú; entonces él tendrá que hacer un plan personal para su tiempo libre, y para que tenga sentido para él necesita elaborarlo en función de valores, es decir, ponerse una meta alta y digna de ser seguida, que le genere no solo satisfacción, sino orgullo el alcanzarla.

¿Cómo diriges tu vida? ¿Qué haces para conducirla hacia la excelencia?