Esta mañana me encontraba tomando medias nueves con Jenny Ovalle, nuestra coordinadora de convivencia. Estábamos hablando acerca de ciertas actitudes que tenemos los seres humanos, y que nos conducen a resolver las cosas siempre de la misma manera: "el piloto automático".
En su
libro “Creativamente” Diego Parra, quien fuera mi profesor de “Habilidades
Gerenciales” en el MBA, planteó que una de las barreras del pensamiento
creativo es “el piloto automático”, que consiste en una modalidad en la que
entramos los seres humanos que nos conduce a acostumbrarnos demasiado a
nuestros hábitos y rutinas. En esta ocasión quiero extrapolar sus enseñanzas al
mundo de las relaciones interpersonales.
El piloto
automático de nuestro pensamiento es el que nos conduce a solucionar los mismos
problemas de la misma forma todos los días. Este tipo de condicionamiento, que
nos autoimponemos sin ser conscientes de él, nos impide pensar diferente y
encontrar soluciones alternativas a los problemas y/o situaciones sobre las que
día a día tenemos que tomar decisiones. Estamos “demasiado” acostumbrados a
ellos para darnos cuenta que existen. Cuando entramos en esta modalidad, piloto
automático, actuamos de manera maquinal, y por eso se nos dificulta tanto el
ver las cosas de manera diferente, al punto que nos queda casi imposible.
¿Por qué
se da este tipo de comportamiento? Porque nos sentimos muy seguros de nuestras
ideas y éxitos, y no vemos posible que haya otras maneras distintas de hacer lo
que estamos haciendo, o de pensar como estamos pensando. Cuando este tipo de
pensamientos y acciones invaden la cotidianidad de nuestras relaciones,
corremos el grave riesgo de “destruir valor”, no solo al interior de las
empresas, sino también al interior de nuestras relaciones personales,
familiares y laborales.
El piloto
automático es un enemigo oculto de las relaciones y de las posibilidades, se
camufla habilidosamente en nuestras tradicionales maneras de pensar y hacer las
cosas. ¿Cómo saber si eso está ocurriendo en tu vida? Cuando le das más
importancia a hablar que a escuchar. Cuando a pesar de las diferentes
argumentaciones que te presenten, tú te quedas en una “posición” inamovible,
que te paraliza y te hace incapaz de negociar a partir de intereses y no de
posiciones. Cuando menos piensas, te encuentras en un círculo vicioso, y por donde
pasas dejas “el reguero de cadáveres”: personas que no se sienten valoradas,
personas que no se sienten escuchadas, personas que se sienten juzgadas por ti,
personas que sienten que nunca les asiste la razón en nada porque tú la tienes
toda, personas que prefieren claudicar antes que enfrentarse contigo porque
siempre terminarán perdiendo. El piloto automático es tu enemigo, y no las
personas que no piensan ni actúan como tú.
Afortunadamente
hay formas de luchar contra él. En casa puedes comenzar con una práctica que una pareja amiga, Sonia y Moisés, nos enseñaron a mi esposa y
a mí. La estrategia consiste en que todos los domingos después del desayuno
familiar, te sientes con los tuyos a evaluarse mutuamente acerca de cómo nos
vemos unos a otros, qué aspectos veo como fortalezas en mi esposa e hijos, y qué
aspectos veo en ellos como oportunidades para crecer. ¿Qué te parece si hacemos
un trato? Y nos permitimos darnos esta oportunidad de ser vistos desde los ojos
de nuestros hijos, esposa(o), estudiantes. Quiero que aceptes el reto.
Excelente artículo Carlos, sin embargo y con todo respeto, quisiera aportar algo. Ese piloto automático del que hablas, no es solo ese que nos obliga ha hacer siempre las mismas cosas, también es esa cadena que nos amarra a las mismas condiciones, es eso que corta las alas de nuestros sueños y no nos permite volar, es esa "Vocecilla" que siempre nos dice al oído: ¿Para que vas a hacer algo diferente si así estas bien? Y estimado Carlos y lectores del blog, yo realmente creo que la respuesta que debemos dar para apagar ese piloto automático y ser realmente los pilotos de nuestras vidas es: Quizás allá en lo extraño, en lo nuevo o en lo diferente... podremos estar mejor ¡Un saludo!
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