El autor que más me
impactó desde mis primeros años de amistad con la literatura fue Antoine de
Saint-Exupéry, con su magnífica obra Ciudadela. Mayo es un mes de celebraciones
especiales como el día de la madre, el día del maestro, el día del Buen Pastor,
y en junio el día del padre. Y qué mejor oportunidad para compartir un extracto
de su obra cumbre.
"Quiero que
amen las aguas vivas de las fuentes. Y la superficie tersa de la cebada verde
recosida sobre las resquebrajaduras del verano. Quiero que glorifiquen la
vuelta de las estaciones. Quiero que se nutran, semejantes a frutos acabados,
de silencio y lentitud. Quiero que lloren largo tiempo sus duelos y que honren
largo tiempo a sus muertos, pues la herencia pasa lentamente de una a otra
generación y no quiero que pierdan su miel en el camino. Quiero que sean
semejantes a la rama del olivo. La que aguarda. Entonces comenzará a hacerse
sentir en ellos el gran balance de Dios que viene como un soplo a probar el
árbol. Los conduce y vuelve a través del alba a la noche, del verano al
invierno, de las cosechas que despuntan a las cosechas entrojadas, de la juventud
a la vejez; de la vejez luego a los nuevos niños.
Pues a semejanza
del árbol, nada sabes del hombre si expones su duración y lo distribuyes en sus
diferencias. El árbol no es semillas, después tallo, tronco flexible, después
madera muerta. No es preciso dividirlo para conocerlo. El árbol es esa fuerza
que lentamente desposa al cielo. Así pasa contigo, mi hombrecito. Dios te hace
nacer, crecer, te llena sucesivamente de deseos, de pesares, de alegrías y
sufrimientos, de cóleras y perdones, después te hace entrar el Él. Sin embargo,
no eres ni ese escolar, ni ese esposo, ni ese niño, ni ese anciano. Eres aquel
que se realiza. Y si sabes descubrirte rama balanceada, bien pegada al olivo,
saborearás la eternidad en tus movimientos. Y todo alrededor de ti se hará
eterno. Eterna la fuente que canta y ha sabido abrevar a tus padres, eterna la
luz de los ojos cuando te sonreía la amada, eterna la frescura de las noches.
El tiempo no es un reloj que consume su arena, sino un cosechador que ata su
gavilla."
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