El pasado 20 de julio conmemoramos nuevamente la
proclamación de la Independencia de Colombia; ésta sucedió porque el señor
Llorente no quiso prestar al señor Santamaría un florero que iba a ser usado en
la cena de recepción del señor Antonio Villavicencio. Los criollos sabían que Llorente, daría la negativa de prestar el
florero, porque él no prestaría ningún objeto a los criollos para atender a
otro criollo. Cuando el señor Llorente se negó a prestar el florero, los criollos le reclamaron por qué los trataba con insultos, y empezaron a atacarlo.
Creo que desde ese momento la violencia se convirtió en el camino más
utilizado por nosotros los colombianos para resolver los conflictos. La justificamos. Y aún no
hemos podido superarla. Esa es una tarea que tenemos por hacer, la de aprender
a resolver nuestras diferencias sin tener que agredir a los demás.
Pienso que el mensaje que el señor Santamaría nos
quiso dejar con la solicitud que hizo al señor Llorente es este: ser
independiente significa decir yo quiero y yo puedo.
Por ejemplo, si soy un estudiante, la independencia
para mí puede significar:
Yo quiero dejar a un lado la pereza y yo puedo
hacerlo.
Yo quiero tomar decisiones por mí mismo, y puedo ser
responsable de esas decisiones que tome.
Yo quiero mostrarme como soy, y puedo hacerlo sin entrar
en conflicto con los demás.
Yo quiero hacer lo que más me gusta, y puedo ganarme
el derecho a hacerlo.
Ser independiente implica entonces querer algo y poder
lograrlo.
Tu tarea, si decides aceptarla, consiste en que tú
identifiques desde lo más íntimo de tu ser, qué es lo que quieres y te
propongas lograrlo. ¿Qué necesitas para hacerlo realidad? Que tú quieras y que
tú pienses que puedes hacerlo; y entonces el mundo conspirará a tu favor.
Cuando eso ocurra también tendrás tu “Grito de
Independencia”.
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