He venido releyendo con mucho
interés este libro de María Cecilia Betancur, publicado en 2010 por la
Editorial Norma, en su colección “verticales de bolsillo”; me ha parecido
fascinante y quiero compartirte algunas ideas. Espero que no solo las disfrutes,
sino que les saques gran provecho.
“La vida de
todo ser humano es un viaje al espacio interior, hacia la gran aldea donde muy
cerca de él habitan otros hombres y mujeres que se doran con su luz o
ensombrecen con sus tinieblas. De ahí que toda persona es responsable de su
propia trayectoria y de la resonancia que pueda tener en quienes la acompañan”.
“La firmeza
del terreno, el ritmo de la marcha, el progreso, el placer y la satisfacción,
dependen, prácticamente en todo, del caminante. A la postre, lo fundamental es
llegar a merecer la convicción y el sentimiento de ser cada día la mejor
persona que cada una, por voluntad propia, puede llegar a ser. Qué grata
experiencia poder decir “Me gusta como soy”. Qué conquista tan elevada poder
verse desde arriba y declarar: “Estoy complacido de ser yo y no otro”. Y qué
agradable escuchar de las personas más significativas para nosotros… estas
palabras: Valoro el privilegio de tener cerca de mí a una persona encantadora y
admirable como tú”.
“Pero es
preciso hacer el camino, pulir como un diamante las caras de una personalidad
admirable. A menudo se piensa que las cualidades más sobresalientes de la gente
atractiva nacieron con ella y le dieron la llave de la fortuna. NO ES VERDAD.
Las personas fascinantes, en cierto momento de sus vidas, se dan cuenta de los
rasgos particulares que las hacen sentir más satisfechas de sí mismas y más
impactantes en el orden social, y se dan a la tarea de desplegar sus virtudes o
fuerzas generadoras de poder y aprovecharlas al máximo. Y son lo
suficientemente inteligentes como para percibir muy temprano aquellas
características de su forma de ser que, por carencia o error, representan un
obstáculo para su desarrollo, su disfrute y su convivencia. Ante tales
certezas, ponen en marcha mecanismos de transformación que más temprano que
tarde rinden sus frutos”.
”Así como
desde afuera yo puedo apreciar a una persona… también puedo … observar mi
propia personalidad y confesar que me siento contento y orgulloso de poseer
carisma, magnetismo personal, don de gentes o como queramos llamar a la
personalidad encantadora. Para fascinar a otros, es indispensable fascinarse a
sí mismo”. (Esto no es narcisismo)
En los 15 valores o rasgos que
aparecen a continuación encontrarás un camino sugerido por la
autora para desarrollar en tí todo eso maravilloso que quieres hacer de tu
vida.
“El encanto
personal es una constelación de virtudes, entre las cuales se destacan:
ü “la sensibilidad con respecto al paisaje
humano y natural,
ü “la capacidad de amar y ser amado,
ü “la seguridad en sí mismo,
ü “la mentalidad abierta,
ü “el manejo emocional,
ü “el trato agradable,
ü “el saber escuchar,
ü “la disposición para divertirse,
ü “el sentido del humor,
ü “el conocimiento de sí mismo y de la
realidad,
ü “la serenidad,
ü “el optimismo,
ü “la creatividad,
ü “el interés por el conocimiento y
ü “la imagen corporal pulcra y con
estilo”.
“El
crecimiento es tarea de toda la vida y el logro cotidiano que obtenemos con
nuestro esfuerzo es un avance que siempre se puede afinar”.
"Un
camino único para alcanzar la dicha de una personalidad encantadora es comprender
que nada consiste en tener, todo consiste en SER. Tener implica peso,
en tanto que ser entraña levedad. Lo que es pesado, se duerme en las honduras,
en tanto que lo liviano se eleva radiante hacia el infinito".
Amigo(a) si
llegaste hasta aquí, te invito a que te apropies de la constelación de 15
virtudes que acabas de leer, las imprimas y visualices diariamente al iniciar
el día; que las leas nuevamente tomándote un café después del almuerzo. Y al
final del día revises ¿cuál virtud practicaste? y ¿cómo te sentiste?
Creo que la
Constelación de Virtudes y el trabajo que te propongo con ellas, es un camino
rápido y directo para que suceda en tí el cambio que siempre has esperado, y
que Anthony de Mello sintetiza en esta bella frase: "CAMBIAR YO, PARA QUE
CAMBIE EL MUNDO".
Nos vemos en
el próximo cambio.
He revisado mi lista y... no diré más, excepto que no me perderé el siguiente artículo del rector.
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