miércoles, 19 de noviembre de 2014

UNIENDO MUNDOS DIFERENTES

Ustedes no se imaginan la emoción tan grande que me inunda el verlos a todos ustedes aquí reunidos por una misma causa que va más allá de aprender a leer y a escribir, y nos demuestra que NO HAY DIFERENCIAS, que todos somos iguales. Hace muy poco el mundo entero celebró los 25 años de la caída del muro de Berlín, un muro que mientras estuvo en pie, se convirtió en la justificación para dividirnos como seres humanos; ese muro es lo peor que nos ha podido pasar, porque nos domesticó en la indiferencia, y eso no puede ni debería volver a ocurrir nunca más en la historia de la humanidad.

Sin embargo ese muro físico fue una puesta en escena del muro mental que la sociedad moderna ha edificado. A partir de hoy, gracias a la conciencia adquirida, ustedes chicos tienen una tarea que urge a nuestra sociedad, la de seguir derrumbando ese muro, el muro de los estratos sociales y de la indiferencia. Ese muro tampoco tiene ninguna justificación. Lo peor que le ha pasado a nuestra sociedad colombiana y latinoamericana es la de creer que el dinero y la posición social nos hace diferentes, nos hace mejores o nos da el derecho de mirar desde la barrera a los demás e incluso juzgarlos. Afortunadamente hay buenas noticias al respecto. Son muchas las sociedades desarrolladas que han dado un paso enorme de civilización rompiendo ese muro mental, y llevando a todos sus ciudadanos a mejores condiciones y mejor calidad de vida, cerrando esa brecha.

Ahora entienden porque me siento tan emocionado? Este sencillo acto de despedida de un año de servicio social, no es de ninguna manera la clausura de un compromiso que deben cumplir los colegiales para poder graduarse; si fuera solamente eso, diría que hemos perdido el tiempo con ustedes muchachos; pero por los testimonios que pude leer de lo que esta maravillosa experiencia ha generado en ustedes me dice lo contrario. Me dice que dos mundos que no se conocían se han acercado. Que esos dos mundos representados por ustedes necesitan estar más cerca cada vez. Que esos dos mundos se necesitan el uno al otro para encontrar sentido, para nutrirse y crecer. Que esos dos mundos deben dejar de existir para ser uno solo, en el que la solidaridad, la generosidad, la alegría de darse y el espíritu de servicio reine. Sólo de esa manera podremos construir la paz y derribar el muro que nuestros padres y los padres de nuestros padres han levantado y sostenido por tantas generaciones. Ustedes queridos chicos han vivido esta experiencia de primera mano, nadie se las ha contado, y el colegio se las ha propiciado para que ustedes abran los ojos, y sean capaces de romper las reglas que dicen “somos diferentes: ustedes allá y nosotros acá” para reemplazarla por otra más inclusiva que diga “somos iguales y nos necesitamos mutuamente”.

Ustedes queridos abuelos y abuelas han dado a estos jóvenes la mejor lección de sus vidas: mientras que ustedes han aprendido con el apoyo de estos chicos a leer, a escribir, a hacer operaciones; ustedes chicos han aprendido de ellos a vivir la vida más intensamente, cada vez que se dieron ustedes mismos. Y han comprobado empíricamente que varios muros se han caído, y quiero que los sigan derrumbando cada día del resto de sus vidas.

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