Los saludo a todos ustedes con respeto y cariño.
Me
han invitado a dirigir unas palabras con motivo de la conclusión del servicio
social que han prestado los estudiantes de grado 10°, ayudando a todos estos
queridos abuelitos y abuelitas del barrio Bilbao, a volverse a apasionar con el
conocimiento. Veo muchas caras conocidas y los felicito por su constancia y por
su espíritu de superación; pero sobre todo, por enseñarles a estos muchachos
una lección de vida.
Y a ustedes jóvenes les quiero preguntar ¿qué
aprendieron de esta experiencia? En un momento cada uno de ustedes piense en
esta pregunta que les acabo de hacer, y luego invitaré a alguno de ustedes a
que nos diga a todos qué aprendió para su vida.
La experiencia que durante este año acabas de tener es
parecida a un cuento llamado “La Muñeca de Sal” de Anthony de Mello. Lo quieren
oír?
“Una muñeca de sal
recorrió miles de kilómetros de tierra firme, hasta que, por fin, llegó al mar.
Quedó fascinada por
aquella móvil y extraña masa, totalmente distinta de cuanto había visto hasta
entonces.
“¿Quién eres tú?”, le
preguntó al mar la muñeca de sal.
Con una sonrisa, el mar le
respondió: “Entra y compruébalo tú misma”.
Y la muñeca se metió en el
mar.
Pero, a medida que se adentraba
en él, iba disolviéndose, hasta que apenas quedó nada de ella.
Antes de que se disolviera
el último pedazo, la muñeca exclamó asombrada: ¡Ahora ya sé quién soy!”
Quisiera que esa fuera la manera como cada uno de
ustedes, jóvenes y señoritas, pudieran evaluar lo que fue este año de servicio.
Tú has tenido la oportunidad de experimentar por ti
mismo que servir a otra persona es un acto de entrega desinteresada, que cada
vez que tú te das con alegría, estás venciendo al señor “ego”, que te encierra en
ti mismo, en tus gustos y caprichos; y que no te deja ver ni experimentar otras
cosas maravillosas.
El señor “ego” es celoso porque piensa que si conoces
otras realidades, lo vas a dejar; y sabes qué, tiene razón.
Tú no eres el
mismo, tú no eres la misma;
Tú no serás el mismo, tú no serás la misma;
Tú serás mejor, cada vez que seas capaz de enfrentar al
señor “ego” y decirle, quiero ser como “la muñeca de sal”, quiero entregar mi
vida al servicio de los demás, quiero que en mi vida siempre haya espacio para
las personas más necesitadas, quiero que esas personas sepan que cuentan
conmigo, y quiero que juntos le sonriamos a la vida, y la hagamos más amable y
justa para todos.
Sólo así tu vida tendrá sentido y habrá valido la pena
vivirla.
Carlos Arturo Hoyos V.
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