Con motivo de mi cumpleaños hoy quiero hablarte de este tema que
considero el más importante para gestionar el cambio.
Ser
excelente, hoy por hoy, es sinónimo de estar en las grandes ligas. La escuela
primaria fue el primer lugar donde oí hablar de la excelencia, y desde aquella
época ha permanecido firme y sin desgaste, a diferencia de muchas otras
palabras, que a fuerza del uso y del abuso terminan perdiendo su fuerza. No
así, ocurre con la excelencia.
El camino de preparación
para la excelencia es un camino para pocos, es un camino en el que te encuentras
solo. Dijimos en otro momento que ayudar a otros a hacer este camino requiere:
(a) desarrollar con ellos una relación personal, (b) abrir caminos, (c)
compartir un sueño, (d) dirigir tu propia vida, (e) crecer fijándose metas, y
(f) entrenarse mediante el ejemplo, la guianza, la observación, la motivación y
la replicación de lo aprendido.
Como puedes
ver ser excelente es fruto de un proceso de entrenamiento. Esto es una buena
noticia, porque aquí no estamos hablando de mentes brillantes, sino de personas
disciplinadas, enfocadas, centradas en un objetivo que va más allá de las
ambiciones personales y de los caminos estrechos en los que nos metemos
buscando el éxito aquí y ahora.
¿Qué es
necesario para que este entrenamiento tenga un éxito ilimitado? Dejar a tu gente en libertad de hacer el trabajo. De
esto se trata el Empoderamiento (empowerment). Para llegar allá necesitas hacer
varias cosas muy importantes:
La primera es
desposeerte del espíritu controlador, una persona obsesionada por el control no
tiene la capacidad de empoderar a otros, porque siente que pierde poder al
entregar responsabilidades. Las familias, las empresas, los gobiernos necesitan
más gente empoderada. ¿Eres “controlador” o “empoderador”? Según el camino que
elijas generarás alrededor tuyo una atmósfera de miedo vs. confianza,
restricción vs. libertad, sometimiento vs. compromiso, adormecimiento vs. espíritu
despierto.
En segundo
lugar necesitas conseguir a los mejores, máxime cuando eres responsable de un
equipo de trabajo, de un club académico o deportivo, de un grupo artístico. En
cualquiera de estos casos necesitas rodearte de la mejor gente, y tu deber es
elegirlos bien, seleccionar a los mejores, a los que tienen mayor potencial y
han demostrado capacidad de lograr excelentes resultados. Esto me hace acordar
de los Parques de la Creatividad del Dr. Raúl Cuero.
Una vez que
tienes conformado tu equipo viene el tercer momento, compartirles tu visión, en
esto Walt Disney era un experto, era un constructor de sueños, así nacieron
todos sus parques temáticos y toda su obra de entretenimiento; empezó soñando
cada una de ellas, rodeándose de los mejores a los que les compartió su sueño y
lo hicieron realidad.
Hacer que los
sueños se vuelvan realidades es el fruto máximo del empoderamiento.
Empoderamiento y creatividad van indisolublemente de la mano. La persona empoderada
no es el peón del ajedrez, se asemeja más al caballo en este mismo juego,
porque es capaz de moverse en muchas direcciones, saltar obstáculos, virar
rápidamente cuando se requiere. La persona realmente empoderada es como el
caballo del ajedrez. No necesita pedir permiso para actuar, sabe que es
responsable de un sueño que requiere ser incubado y desarrollado, y hace todo
lo que sea necesario para que se haga realidad.
Aquí viene el
cuarto paso, que responde a la pregunta ¿cómo lograr que esto suceda? No es tan
difícil. Una vez que has elegido a los mejores y les has compartido tu visión,
ahora te corresponde “entrenarlos en lo esencial”. Te acuerdas de la famosa
frase del Principito: “lo esencial es invisible a los ojos, sólo se ve bien con
el corazón”.
Tú querido
amigo sabes que eres el líder de un equipo de personas que tienen un propósito
que cumplir. En este momento puedes estar al frente de una empresa, de un
equipo de trabajo, de un club académico, deportivo o artístico, etc., ¿qué
significa en tu entorno de trabajo la frase del Principito? Me quiero atrever a
hacer varias conjeturas: (a) ser consciente que los sentidos no te muestran
toda la realidad, incluso te pueden engañar porque haces lecturas parciales de
lo que ves u oyes, y terminar tomando decisiones erróneas sin suficiente
información; (b) si me quiero concentrar en lo esencial debo actuar como un
minero, esto es, quitar toda la tierra alrededor de la piedra preciosa; la
piedra preciosa son las personas que has elegido y la tierra todos los “obstáculos”,
“defectos”, “problemas”, que te impiden ver la esencia en la piedra preciosa. ¿Quiénes
son tus piedras preciosas?, ¿corresponden con tu equipo de trabajo, tu
selección?; y (c) ver con el corazón, quiere decir creer en la bondad de cada
una de esas piedras preciosas que has encontrado en el camino, también significa
confiar en cada una de ellas, corregir fraternamente, perdonar hasta setenta
veces siete, y saber que tú también eres un discípulo, que hay algo o alguien
más grande que tú y que todos, que te invita a entrar en armonía con el cosmos.
Una vez que
te encuentras en el cuarto nivel, viene el último: dejarlos trabajar. ¿Qué
obtendrás a cambio? Sin duda alguna, lo mejor de cada uno. Si quieres que te
den lo mejor, debes darle una estructura y libertad para la creatividad.
Si aún sigues
esta reflexión, quiero decirte que lo más probable es que seas de aquellos que
se han aventurado a tener una empresa o a dirigir un grupo de personas. Cada
vez son más las personas que emprenden este camino de “dar la espalda para
convertirse en guía”. Si ese eres tú, estás ante la dicotomía: controlador vs. dar
apoyo y confianza.
John Maxwell
plantea que este proceso de dar apoyo y confiar en la gente viene acompañado de
responsabilidad, autoridad y rendimiento de cuentas; y continúa diciendo “lo
más difícil para algunos líderes es hacer que su gente mantenga la responsabilidad
después de que se les ha dado”. Esto implica dejar a un lado el espíritu
controlador de cada detalle y atreverse a confiar en las personas y en su
capacidad.
Acompañado de
la responsabilidad viene la autoridad. Ambas deben ir unidas. Winston Churchill
citado por Maxwell decía: “Soy vuestro siervo. Tenéis el derecho de destituirme
cuando lo deseéis. De lo que no tenéis derecho es de darme responsabilidad sin
darme el poder de actuar”. Este es uno de los grandes secretos del
empoderamiento.
El camino
hacia la autoridad tiene dos etapas: primero le das permiso a los miembros de
tu equipo para tengan autoridad, y si demuestran que la merecen, entonces les
das la autoridad misma. Atención, la autoridad de la que hablo no es ante los
ojos de tus jefes, sino la que te has ganado frente a tu equipo de trabajo o tu
selección.
Resumiendo
podemos decir que a la persona verdaderamente empoderada se le ha dado
responsabilidad y autoridad, pues sólo así esta persona logrará que las cosas
sucedan, es decir, que se obtengan resultados. ¿Y cómo saber si el resultado es
el esperado? Necesariamente éste tendrá que estar alineado con la visión, que
es tu responsabilidad alimentar frecuentemente.
Una vez que nos encontramos en el nivel
de los resultados, la persona empoderada tiene el deber de rendir cuentas, por
el poder que le ha sido otorgado. Maxwell nos dice que para que el rendimiento
de cuentas sea provechoso es muy importante que tú crees un ambiente positivo,
que generes las condiciones más favorables para que las personas no sientan
temor, y admitan los errores como parte natural del proceso de aprendizaje. Si
quieres que esto suceda, tú tienes el compromiso de no asumir el rol de juez o
el de fiscal, pues ni tú ni las personas que has empoderado se encuentran ante
un tribunal. ¿Qué te corresponde entonces hacer? Tomarse el tiempo para revisar
el proceso antes de que te presenten los resultados, y criticarlo honesta y
constructivamente. Tú tienes el deber de darle todo tu apoyo, y que éste sea
honrado.
Querido amigo y amiga, si quieres que tu
empresa cambie, que tu equipo de trabajo cambie, que tu club académico,
deportivo o artístico cambie,… Atrévete a “EMPODERARLOS”, ésta es la experiencia
más grata que se pueda tener, y la que ofrece los MEJORES RESULTADOS.
Hasta la
próxima ocasión.
Carlos Arturo
Hoyos V.
Rector
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