De acuerdo con la Sociedad del Conocimiento los países son medidos al menos por tres índices, el índice de desarrollo humano (IDH) desarrollado por el nobel de economía Amartya Sen, el índice de adelanto tecnológico (IAT) desarrollado por el PNUD y el índice de competitividad global (GCI) desarrollado por el Foro Económico Mundial (WEF). Estos índices no son los únicos, hay más; sin embargo, lo que quiero resaltar de los resultados de estos índices son las enormes disparidades que existen entre países como consecuencia de la diversidad, el dinamismo, y sobre todo, de la oportuna toma de decisiones.
Mientras que el (IAT) refleja en qué medida un país crea y difunde tecnología, y construye una base de conocimiento humano, el (IDH) da cuenta del progreso humano, y el (GCI) mide cómo un país utiliza los recursos de que dispone, así como su capacidad para generar prosperidad para los habitantes; lo que es relevante destacar aquí es que el análisis de la información brindada por estos índices permite obtener conclusiones importantes, y la más esencial de todas está ligada a la "toma de decisiones", que para acertar será necesario desarrollar una visión sistémica y holística, comprender los retos que nos plantea la sociedad del conocimiento, así como, darle un nuevo enfoque al desarrollo, de manera que éste se centre en la valorización del capital humano. Y es aquí en donde me quiero detener.
El desarrollo del capital humano requiere que las personas tomen decisiones difíciles, porque así como los países responden de manera distinta al desarrollo, las personas también; y de acuerdo con su nivel de respuesta unos avanzan más que otros, o mejor aún, cada uno se estanca en un determinado nivel.
John Maxwell (2008) presentó un modelo sugerente de seis niveles, ¿en cuál te encuentras?
"Nivel 1. Algún crecimiento.
En este nivel algunos experimentan crecimiento a muy bajo ritmo y sin dirección. Tal vez sean competentes, pero nunca brillan en sus cargos".
"Nivel 2. Crecimiento que los capacita para su trabajo.
Muchos creen erróneamente que la meta final de su desarrollo es sólo hacer bien su trabajo. No lo es. Muchos que no tienen un buen promotor o un firme deseo de crecimiento personal detienen su proceso de desarrollo en este punto".
"Nivel 3. Crecimiento que los capacita para reproducirse en su trabajo.
Aquí se encuentran los que están capacitados para entrenar a otros en su área de pericia, pero no tienen habilidades de liderazgo.
"Nivel 4. Crecimiento que los lleva a un nivel más alto en el trabajo.
Aquí se encuentran las personas dispuestas a crecer tanto personal como profesionalmente. Parece un salto fácil, pero no lo es. Quienes lo logran no solo crecen en experiencia, sino que amplían su pensamiento, lo que los hace más valiosos para la organización.
"Nivel 5. Crecimiento que les permite llevar a otros a un nivel más elevado.
"En este nivel empiezan a emerger los grandes líderes. Estos individuos son verdaderos promotores de personas, y en poco tiempo amplían el valor de sus líderes y organizaciones, es más, los multiplican".
"Nivel 6. Crecimiento que los lleva a poder efectuar cualquier trabajo.
Son muy escasos los que se desarrollan en este nivel, y forma parte de una vocación personal de ayudar a las personas a lograr llegar hasta acá; se requiere un trato con mucho amor y respeto. Quienes aquí se encuentren triunfarán en cualquier parte, porque tienen "habilidades y fuerzas que trascienden cualquier campo particular o industrial". Si llegaras a encontrar a una persona así en tu camino, únete a ella y llegarán a generar un impacto más allá de las propias capacidades.
¿En qué consiste su trabajo como empresario o director? Dice Maxwell que consiste en descubrirse como promotor de líderes, caminar con cada uno y ayudarlo a medida que desee mantenerse creciendo; y si en algún momento el crecimiento se detiene deberá abandonarlo porque uno no puede forzar a alguien a que se mantenga creciendo. Esto también es una decisión, y muy difícil. Y así como sucede con las personas, sucede también con las empresas y los países. De allí que sea tan pertinente en ciertas circunstancias aquel adagio "Tenemos los dirigentes que nos merecemos".
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