El fin de semana anterior tuvimos la grata
experiencia de participar en nuestro primer Modelo de Naciones Unidas titulado
SACMUN VIII, que se desarrolló en la Universidad del Rosario. Quiero felicitar
a Nelson Salazar, nuestro Sponsor, quien realizó un trabajo destacado con
nuestros estudiantes: Alejandra Calderón, Daniela Rodríguez, Henry Herrera, Daniel
Cárdenas, Nikol Hernández, Nicolás Torres, Natalia Fonseca, Andrés Toquica,
Daniela Monroy, César Borrero y Leonardo Pulido. A ustedes los quiero felicitar
por haber aceptado el reto de "añadir importancia" a lo que día a día
hace cada uno.
De esto precisamente quiero hablarte en
esta ocasión, de gastar el tiempo haciendo un trabajo importante. Lo ilustraré
con un ejemplo que es lo totalmente opuesto al "añadir importancia a lo
que hago". El sábado 24 salí de la Universidad a las 4:20 p.m. y estaba
cayendo en el centro de Bogotá un verdadero palo de agua, crucé corriendo la
plazoleta del Rosario con dirección a la estación "Museo del Oro".
Entré por el costado más cercano, el oriental, preciso el que no tiene venta de
tarjetas, sino solo servicio de recarga; debo advertir que al no ser usuario
frecuente de Transmilenio, no llevo conmigo tarjeta para abordar el servicio.
Para poder adquirir la tarjeta de ingreso
tenía dos opciones. La peor era salir al chubasco de agua y entrar por el otro
lado de la estación, el costado occidental; y la mejor, que fue la que preferí
para no mojarme, tratar de persuadir a uno de los funcionarios de Transmilenio,
los que visten chaqueta color café, y a quien llamaremos Angel, sólo por
Angelcom, la compañía que presta el servicio de venta de tiquetes, para que me
permitiera ingresar, ir por dentro de la estación hasta el otro lado (sólo mide
unos 50 ó 60 metros) y comprar el tiquete. El funcionario, "Angel",
encontró todo tipo de trabas a esta posibilidad que yo le planteaba diciéndome:
que debía pagar inmediatamente antes de entrar, si recuerdas, no había como
hacerlo por ese lado de la estación; que esperara a que escampara y saliera a
dar la vuelta a la estación; que tampoco podía él o su compañera funcionaria,
"Angelita", que estaba al lado de él, hacerme el favor de acompañarme
hasta el otro lado para comprar la tarjeta; ni mucho menos pensar en que él me
hiciera el favor de comprarla mientras yo lo esperaba. "Angel" no
encontró ninguna opción viable, la verdad es que tampoco le importó ofrecer a
un cliente una solución, sino que prefirió enfocarse en los obstáculos, los
problemas. Mientras me llenaba de la paciencia del Santo Job, para no
embejucarme, le expliqué una de las grandes diferencias entre el pensamiento
occidental (el nuestro) y el oriental, diciéndole que en donde nosotros, los
occidentales, vemos problemas, ellos, los orientales, ven oportunidades.
Nada valió, ni la paciencia, ni los
argumentos, ni las alternativas,... nada que no fuera entrar por el otro lado
donde sí podía adquirir el tiquete, ya sea que tuviera que mojarme o esperar a
que escampara.
Con este detallado ejemplo, quise
mostrarte precisamente lo que NO hay que hacer para "añadir
importancia". Al final, me tocó hacerle señas a un policía bachiller
que vi al otro lado de la estación para que me ayudara comprando el pasaje, y
efectivamente lo hizo, qué buen espíritu de servicio.
Es claro que las personas quieren realizar
trabajos importantes, y cuando eso no sucede, encontramos "Ángeles" o
"Angelitas", que nos dan una clara muestra de lo que hace una
persona, cuando considera que su trabajo no es importante.
Y ahora te pregunto, ¿qué es más
importante?: ¿destacarte por prestar un servicio a una persona aunque tengas
que ajustar el procedimiento para lograrlo? o ¿desatender y desoír a la persona
que te solicita, y que se las arregle como pueda, con tal de que no te saquen
de la zona de comodidad a la que estás acostumbrado?
Tú como yo cuando hacemos un trabajo
importante queremos sentir que lo hemos logrado, que hemos cumplido, que hemos
influido en otros, porque deseamos la "excelencia". Cuando nuestros
muchachos dijeron que sí a participar en el Modelo de Naciones Unidas lo
hicieron porque anhelaban hacer algo importante, porque querían crear un
impacto, sobresalir, destacarse por algo que valiera la pena. Las personas
quieren importancia.
Tu tarea como líder de tu vida, de tus
hijos, de tu familia, de quienes diriges es agregarles importancia. Para
hacerlo, hay muchas maneras, una de ellas es hacerlos parte de algo que valga
la pena. Y aquí quiero contarte otra historia, que me ha pasado recientemente.
La persona de quien te voy a hablar es
Rafael un gran amigo. En abril nos invitó a un grupo de muy buenos amigos a
entrenarnos para correr en la Media Maratón de Bogotá 2011. Debo confesarte que
a mí nunca me ha gustado correr, siempre he preferido otros deportes; sin
embargo, él nos hizo ver no solo las ventajas para la salud, sino la gran
satisfacción personal de participar en una maratón, de sentirse animado por la
gente, de sentirse capaz de lograr llegar a la meta, de cruzar la meta. Nos
emocionó tanto querer vivir y sentir todo ello, que nos pusimos juiciosos a
entrenar, y desde abril a la fecha seguimos corriendo todos los martes y jueves
por la noche y los sábados temprano. A lo largo de este tiempo hemos corrido la
Media Maratón de Bogotá, la Carrera Atlética Internacional Ciudad de Soacha,
incluso nuestras esposas empezaron a entrenar al ver nuestra continuidad y
corrieron el domingo pasado "La Carrera de la Mujer". En octubre
correremos juntos la "Nike We Run 2011". Lo que empezó como un
prepararnos para la Media Maratón se convirtió en el deseo de correr todo el
Calendario Atlético, corriendo carreras cada vez más exigentes.
En el largo o corto caminar por la vida,
haz encontrado demasiadas personas que se contentan con demasiado poco, caen en
la zona de comodidad y permanecen allí en vez de perseguir metas de
importancia. Tú que eres líder, no puedes darte el lujo de hacer eso.
Pregúntate cada día ¿qué quieres? Acaso será la sobrevivencia, o el será el
éxito, o quieres la importancia. Como afirma John Maxwell, los mejores líderes
desean importancia y emplean su tiempo y energía en la persecución de sus
sueños.
Te propongo un ejercicio mental planteado
por Moishe Rosen para ayudarte a identificar tu sueño. Llena estos espacios:
Si yo tuviera _________________________________,
Haría ______________________.
La respuesta al ¿qué haría? es tu sueño.
Si trabajas en tu sueño añadirás importancia a tu vida.
Identifica y busca tu sueño. Hazlo
personal, alcanzable, perceptible, visible y extensible. Seguro que si quieres
ser importante y lo deseas, ese deseo te puede impulsar a dar lo mejor de ti cada día. Y a enriquecer la vida de quienes te rodean.
Mientras nos volvamos a encontrar
¡dedícate a añadir importancia!
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