Cuando uno se interesa en su hijo, es
importante ser consciente que ello va más allá de sólo entusiasmarlo. Eso es
fácil. Interesarse en el hijo incluye el ejemplo; en otras
palabras, ser modelo de liderazgo. Esa es su gran responsabilidad.
Desde el momento en que uno es padre o
madre, se convierte, consciente o inconscientemente, en el modelo de liderazgo
de su hijo, en su ejemplo. ¿Qué hacer para ser ejemplo? Una práctica valiosa
sucede, cuando como líder elige para sí mismo un modelo personal que considere
valioso de emular y pone en práctica lo que aprende. Uno será igual que
aquellos a quienes sigue, y no quiere ejemplos con fallas en el carácter, así
que elija bien a quien seguir.
Mark Twain dijo alguna vez: “Hacer lo
debido es maravilloso. Enseñar a los demás a hacerlo es aún más maravilloso… y
mucho más fácil”. Enseñar puede ser fácil; sin embargo, guiar es mucho más
difícil.
Cualquier persona puede encontrar excusas
para no darse a los que los rodean, usted no es cualquier persona. Los grandes
líderes conocen las dificultades y usted también; y aun así, día a día cuida de
los suyos. Uno no debería darse un tiempo para ver si las cosas cambian,
práctica que se ha hecho habitual entre las parejas de hoy, como me decía
recientemente una madre de familia que viene experimentando problemas con su
cónyuge.
Darse un tiempo se puede traducir en que
no nos hemos hecho “confiables”. ¿Cómo obtener la confianza? John Maxwell, nos
da 5 pistas:
Tiempo: Tómese el tiempo para escuchar y dar una
respuesta.
Respeto: Brinde respeto al líder que hay en su hijo, en
su pareja y el o ella se lo devolverá en confianza.
Interés positivo e incondicional: Muestre aceptación
por los demás.
Sensibilidad: Anticipe los sentimientos y necesidades
de su hijo y de su pareja.
Contacto: Brinde ánimo constantemente.
Agregaría un sexto elemento:
Conexión: Construya y alimente
símbolos que lo mantengan conectado con su hijo. Con su pareja los creaba a
diario en la época de noviazgo. Lo increíble, es hoy también funciona, a pesar
de…, de lo que sea; siempre y cuando sea capaz de dejar de lado tres prácticas
funestas: a) el orgullo, b) el encontrar responsable a otro de lo que le pasa,
y c) el sentimiento de víctima, "lo he dado todo a cambio de casi
nada".
Usted es líder de su vida, de su hijo, de
las personas con las que trabaja. Y no puede permitirse ninguna de las 3
anteriores prácticas. El tiempo en que deja de actuar, deja de liderar. Se le
va, irremediablemente, como el agua entre las manos. Un viejo amigo y maestro
me decía: “Camino que yo no are, nadie lo roturará”. Por eso, luche
siempre por crecer, y luego comunique su progreso.